Saturday, August 13, 2011

Deporte y maltrato no se mezclan


Hace unos días la senadora conservadora Liliana Rendón se unió a la polémico debate del ex entrenador  de la selección Colombiana de mayores “ El Bolillo Gómez” con fuertes e inquietantes declaraciones sobre las actuaciones ocurridas en un bar de la ciudad de Bogotá, en donde Hernán Darío agredió físicamente a una mujer que supuestamente lo estaba ofendiendo verbalmente.

De acuerdo a las declaraciones de Liliana, el debate alrededor de esta polémica tendrá importantes implicaciones para la mujer y el deporte, pero  ¿Es que acaso maltrato y profesionalismo deportivo van ligados? . Me permito aclarar estos dos términos que tienen poco o nada en común.

El fútbol ha sido y seguirá siendo prioridad para muchos aficionados, inclusive cautiva más corazones de los que todas las mujeres podríamos cautivar en tan solo 90 minutos sin contar los “minutos extra”. A veces surgen agresiones físicas que dependiendo del árbitro de turno pueden ser sancionadas o no, aunque todo indica dentro del reglamento deben ser sancionadas si se ven a tiempo. Todo es muy justo dentro del campo de juego.

Por otra parte la justicia se aplica en algunos casos con severidad y en otros por el contrario no. Ahora la pregunta es: ¿ Puede ponerse el maltrato físico a la mujer al nivel de las normativas del campo de juego?.  Son dos terrenos diferentes y por ende no deben ser vistos dentro de la misma categoría.

El fútbol más allá de las pasiones que pueda generar sigue siendo un juego, manejado con profesionalismo, pero siempre será conocido con esa connotación, así que ¿Podríamos rebajar de categoría el irrespeto a la mujer hasta convertirlo en algo propio de un juego?, la respuesta más indicada sería no, pero al parecer en términos de la Sra. Rendón la balanza se inclina a justificar esta acción fuera de lugar. 

Sí, aunque reconozco que los medios le han prestado mucha atención al caso “Bolillo” existiendo muchos otros que se encuentran gozando del beneficio inconsciente de la impunidad,  pienso que Liliana optó por tomar el mismo camino que Hernán Darío deformando su imagen como figura pública ante la inminente falta de sentido común ante la falta.

Esperemos que la senadora pueda cautivar de nuevo no solo a la bancada femenina detractora de su propuesta en el congreso que pretende exonerar a Hernán de su culpa, sino también a las votantes que en algún momento fueron parte de su juego político, y que ahora se encuentran poco impresionadas  ante semejante expresión de afecto por parte de la senadora.

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