Tuesday, August 23, 2011

La costa este y yo nos estremecemos


El día se encuentra despejado. Ningún presagio de lluvia es anunciado. Son aproximadamente la 1:52 pm del día martes 23 de agosto y la calma parece alejarse.

Me encuentro sentada en frente de mi computadora cuando de pronto siento como mi silla se mueve.  Trato de darle una razón lógica a este hecho, me imagino que tal vez uno de los aviones que tantas veces parece tocar mi techo ha bajado lo suficiente para estremecer mi habitación, pero no es así. Solo unos segundos más tarde me volteo para mirar alrededor y veo como muchos de los objetos se mueven indiscriminadamente de lugar.

Me asusto, luego me paro, la verdad es que no sabía hacia dónde dirigirme. Envío un mensaje a través del chat de Facebook el cual tenía abierto para ese momento, creo que lo único que tenía en mente para ese instante era mandar una última señal de vida, bueno tal vez exagero, solo quería asegurarme de que alguien supiera lo que estaba ocurriendo, lo cual era una idea ilusa ya que New York completo ya tenía conocimiento.

Me dirijo a la calle, por fin conozco a mis vecinos, creo que este tipo de emergencias son la única manera de saber quienes habitan unas paredes más adelante.

Veo asiáticos, hindús y a una colombiana que sostiene a su pequeño perro. Ella se dirige a mí, me pregunta que si sentí el temblor, evidentemente lo sentí de lo contrario no estaría en medio de la calle con la primera muda de ropa que encontré en mi armario.

Regreso a mi casa para saber que fue exactamente lo que ocurrió. Las noticias anuncian un temblor de 5.8 grados con epicentro localizado en Virginia que se sintió en varios de los estados aledaños, incluso en ciudades como Toronto- Canadá donde fueron registrados algunos movimientos telúricos. 

Muchas fueron las razones lógicas que los New Yorkinos  trataron de darle al tema, la más destacada, la probabilidad de un ataque terrorista gracias a la proximidad de la conmemoración de los 10 años del ataque a las torres gemelas, lugar conocido en la actualidad como “Zona Cero”.

Solo bastaron 9 segundos, segundos más que suficientes para que la costa este y yo alcanzáramos a estremecernos ante la ausencia de movimientos como este en más de 100 años.

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